La perspectiva constructivista del aprendizaje puede situarse en oposición a la
instrucción del conocimiento. En general, desde la postura constructivista, el
aprendizaje puede facilitarse, pero cada persona reconstruye su propia
experiencia interna, con lo cual puede decirse que el conocimiento no puede
medirse, ya que es único en cada persona, en su propia reconstrucción interna y
subjetiva de la realidad. Por el contrario, la instrucción del aprendizaje
postula que la enseñanza o los conocimientos pueden programarse, de modo que
pueden fijarse de antemano unos contenidos, método y objetivos en el proceso de
enseñanza.
La diferencia puede
parecer sutil, pero sustenta grandes implicaciones pedagógicas, biológicas,
geográficas y en psicología. Por ejemplo, aplicado a un aula con alumnos, desde
el constructivismo puede crearse un contexto favorable al aprendizaje, con un
clima motivacional de cooperación, donde cada alumno reconstruye su aprendizaje
con el resto del grupo. Así, el proceso del aprendizaje prima sobre el objetivo
curricular, no habría notas, sino cooperación. Por el otro lado y también en
ejemplo, desde la instrucción se elegiría un contenido a impartir y se
optimizaría el aprendizaje de ese contenido mediante un método y objetivos
fijados previamente, optimizando dicho proceso. En realidad, hoy en día ambos
enfoques se mezclan, si bien la instrucción del aprendizaje toma más presencia
en el sistema educativo.
Como figuras claves del
construccionismo podemos citar a Jean Piage y Lev Vygostky. Piaget se centra en
cómo se construye el conocimiento partiendo desde la interacción con el medio.
Por el contrario, Vigostky se centra en cómo el medio social permite una
reconstrucción interna. La instrucción del aprendizaje surge de las
aplicaciones de la psicología conductual, donde se especifican los mecanismos
conductuales para programar la enseñanza de conocimiento
Para Jean Piaget, la inteligencia tiene dos
atributos principales: la organizacióny la adaptación.
El primer atributo, la organización, se refiere a que la inteligencia está
formada por estructuras o esquemas de conocimiento, cada una de las cuales
conduce a conductas diferentes en situaciones específicas. En las primeras
etapas de su desarrollo, el niño tiene esquemas elementales que se traducen en
conductas concretas y observables de tipo sensomotor: mamar, llevarse el dedo
en la boca, etc. En el niño de edad escolar, aparecen otros esquemas
cognoscitivos más abstractos que se denominan operaciones. Estos
esquemas o conocimientos más complejos se derivan de los sensomotores por un
proceso de internalización, es decir, por la capacidad de
establecer relaciones entre objetos, sucesos e ideas. Los símbolos matemáticos
y de la lógica representan expresiones más elevadas de las operaciones.
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